Pero antes de avanzar hacia allá, quiero invitarte a hacer esta reflexión. Tomate dos minutos, no es más que eso y acordarte que una reflexión es un regalo, entendiendo que:
Cuando reflexiono, mi emoción cambia
cuando mi emoción cambia, mi mundo cambia.
Así que toma lápiz y papel, o una nota de tu móvil, y piensa en las reuniones a las que asististe la última semana responde:
- ¿Cuántas y cuáles fueron?
- ¿Qué tan claro estaba el propósito de cada una?
- ¿Qué tan valiosa era tu presencia en cada una?
- ¿Qué tanto se aprovechó tu presencia?
- ¿Qué tan efectivos juzgas que fueron como equipo?
Al responder estas preguntas ¿De qué te das cuenta?
Elige un compromiso personal respecto de las próximas reuniones considerando lo que has reflexionado al respecto.
Por ejemplo, te das cuenta de que tu presencia fue valiosa, pero que no hubo espacio para entregar lo mejor de ti en esa reunión. Entonces, tu compromiso puede ser declarar al equipo esto que has advertido y abrir posibilidades con esa declaración personal.
Si te das cuenta de que estás siendo parte de una reunión donde no estás agregando valor y que podrías estar invirtiendo ese tiempo en tus objetivos o en estar con tu familia; entonces tu compromiso podría ser decidir no asistir más a esas reuniones compartiendo lo que motiva tu decisión.
O quizás tu compromiso puede ser con vos mism@, con lo que estás haciendo aquí conmigo, comprometerte a aprender sobre cómo facilitar reuniones en donde haya espacio para todos y se sepa aprovechar el aporte de cada persona. Para poder ponerlo en práctica en algún momento.
Recuerda, cada persona es única, tú eres única, único. Así que mi pregunta final es ¿Ya has elegido tu compromiso motivado por tu darte cuenta? Búscale buenas palabras y decláralo en voz alta.
Una vez más. Y si pudieras, exprésalo o escríbelo por tercera vez.
El lenguaje genera mundo, no te olvides.
Ahora sí, estamos en condiciones de finalizar este primer módulo.