En el capítulo anterior reflexionamos sobre qué era una reunión, sobre la importancia de que todos sepamos el “para qué” de cada reunión y desde ahí entender muy bien a quiénes invitar a esa reunión.
Asimismo, en el primer capítulo vimos la importancia y el valor de nuestro tiempo. Y lo vuelvo a traer porque necesitamos este concepto para el capítulo presente en el que vamos a hablar sobre efectividad.
Estamos aprendiendo a facilitar reuniones efectivas, entonces la pregunta sería ¿a qué llamamos efectividad?
Me quedo con esta definición; ser efectivo es dedicar tiempo sólo a aquello que nos acerca a nuestros objetivos.
Por lo tanto, podemos decir que se trata de eliminar “desperdicios”, evitar irnos por las ramas, ir al grano. Y al mismo tiempo, la definición en sí nos exige tener claridad en nuestros objetivos.
Por eso mismo es tan importante el “para qué”, empezar por el “para qué” de la organización, el propósito macro por el cual todxs estamos colaborando y trabajando. Y al hablar de reuniones, el para qué de cada reunión en particular, de lo que conversamos en el capítulo anterior.
Una vez que tenemos claro el para qué de cada reunión, debemos pensar cómo la vamos a diseñar y facilitar.
De esto se trata el resto del curso: de aprender algunas actitudes y prácticas sobre cómo diseñar y facilitar reuniones para que resulten efectivas. La propuesta es que puedas reflexionar sobre tus actitudes y en lo posible ir mejorandolas a partir de la misma reflexión. También que te animes a vivenciar prácticas que, está comprobado, promueven la efectividad en una reunión.
Estas prácticas que te voy a ir compartiendo, quizás, cuando las escuches, te parezcan obvias y sencillas, incluso quizás ya las apliques de manera intuitiva. Al menos para mí fue así.
¿Qué significa esta familiaridad al escuchar sobre estas prácticas? Mi interpretación es que tienes un modo sano y efectivo de relacionarte y auto-gestionarte. Esto lo comprendo así porque se, y te comparto, que los diversos enfoques y metodologías que describen y proponen este tipo de prácticas no las sacan de la galera o las inventan de la nada, sino que simplemente las proponen describiendo lo que han observado que les funciona a personas y equipos que logran alto rendimiento e impacto, bienestar y efectividad en su actuar y colaborar.
Por lo tanto, si te resultan familiares o el escucharlas te implica sólo formalizar prácticas que realizas intuitivamente, ¡felicitaciones!, vas por excelente camino. Puedes profundizar en comprender el trasfondo de cada una y tenerlas aún más presentes para utilizarlas en el momento justo. Si, por el contrario, no te resultan tan familiares este curso te servirá para reflexionar sobre ellas y empezar a aplicarlas e integrarlas ¡notarás la diferencia!
Todo lo que les voy a compartir, en lo que queda del curso, tiene el fin de ser efectivxs, es decir, dedicar ese tiempo de reunión juntxs sólo a aquello que nos acerca a nuestros objetivos y así tener un mayor impacto social.
Vamos a ir viendo cómo esto no implica que seamos máquinas o robots, contabilizando el minuto y el segundo. Por el contrario, parte del ser efectivo tiene que ver con permitir nuestra humanidad, nuestra esencia, nuestra inventiva y creatividad en las reuniones.
Parte del ser efectivo también tiene que ver con aprender a despertar la inteligencia colectiva para aprovechar la sabiduría conjunta.
Y en este proceso veremos cómo cada rol, momento y herramienta nos permiten fertilizar la tierra para que en ese momento de encuentro colectivo, que son las reuniones, pueda aparecer la mejor versión de cada persona presente en la misma y la mejor versión de ese equipo.